En la producción de alimentos, es crucial reconocer que los riesgos de contaminación física, química y biológica son amenazas constantes que pueden impactar la seguridad y la calidad de nuestros productos. Estas formas de contaminación ponen en peligro la salud de los consumidores y pueden generar costos por reprocesos, pérdidas económicas, decomisos y posibles sanciones legales, afectando la eficiencia operativa de nuestra empresa. Por lo tanto, identificar y controlar estos riesgos es fundamental para asegurar la estabilidad de nuestro proceso productivo.

Cada tipo de contaminación puede tener su origen en diversas etapas del proceso, desde la recepción de las materias primas hasta el almacenamiento y la distribución. Por ejemplo, podríamos encontrar material extraño en el maíz que recibimos; sustancias no deseadas como residuos de plaguicidas o de limpieza que ingresan al proceso; o contaminación biológica, por presencia de microorganismos patógenos (bacterias, virus, hongos y parásitos) que pueden causar enfermedades transmitidas por los alimentos, generalmente debido a deficiencias en la manipulación.

Es importante recordar que la inocuidad alimentaria no es un aspecto aislado, sino un compromiso integral que involucra a toda la organización, basado en la excelencia y la responsabilidad de cada uno de nosotros.

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